Pensamos en darnos una ducha y nos viene a la cabeza el agua caliente, el momento relax y la música de fondo. Aunque está comprobado que algo tan cotidiano y simple puede dañar la piel de nuestro cuerpo. ¿Somos conscientes de ello?

¿Qué puede dañar la piel en la ducha?

Es posible que estés preguntándote cuáles son esos errores que uno comete en la ducha o qué tiene de malo darse un buen baño… Pues bien, la realidad es que no es tan sencillo como parece.

La piel sufre muchos cambios de los que no somos conscientes desde que entramos en la duchas hasta que salimos y nos secamos todo el cuerpo.

En Farmacia Lizandra te desvelamos los cinco errores más comunes que debemos evitar cada vez que nos metemos en la ducha.

Cuidado con el agua muy caliente

Con las bajas temperaturas, las duchas con agua muy caliente son una opción para atemperar el cuerpo y recuperarnos del frío, pero no solo puede hacer que nuestra piel se irrite sino que además puede causar sequedad o incluso picor.

No se trata de ducharse con agua fría, pero sí con agua tibia (entre los 25 y los 30 grados). Sus beneficios se centrarán en:

• Mejorar el aspecto de la piel.
• Mantener la piel hidratada, tersa y con los poros cerrados.
• Evitar el picor.
• Mantener a raya las varices y mejorar la circulación.
• Dejar el pelo brillante.
• Estimular el metabolismo.

Uso de jabón demasiado fuerte

La ducha consiste en limpiar la piel de impurezas desde la cabeza a los pies. No obstante, si nuestro jabón es demasiado agresivo para la piel, corremos el riesgo de perder los aceites esenciales que la mantienen húmeda e hidratada. Por eso, debemos evitar los jabones antibacterianos y optar por limpiadores corporales con agentes hidratantes que ayudan a la piel a retener su humedad.

Frotar la piel demasiado fuerte

Si utilizas una esponja de lufa, un guante, una toallita o una simple esponja normal, debes evitar la fricción excesiva para mantener la barrera protectora de la piel y no sufrir una irritación. En su lugar, esparce el producto con ayuda de tus manos o un paño suave con el mínimo de repeticiones o frotamientos. Por otro lado, si adoras las esponjas, debes tener en cuenta que a veces pueden albergar bacterias cuando se mantienen en la ducha.

Te olvidas de hidratar la piel tras la ducha

El mejor momento para hidratar la piel es cuando está húmeda después de la ducha. Muchas personas olvidan este paso, se secan con la toalla y se visten sin ayudar a la piel a mantener sus condiciones naturales. Por eso, apuesta por lociones o cremas hidratantes que ayuden a mantener la humedad que hayamos podido perder durante la ducha.

No olvides el cuero cabelludo

¿Sabías que el cuero cabelludo es una zona muy sensible? En ocasiones, podemos olvidarnos de que el cuero cabelludo es piel que sufre también obstrucciones como el resto del cuerpo. Para evitar la aparición de escamas, prueba a utilizar un exfoliante capilar una vez a la semana. Esto ayudará a mantener un equilibrio saludable y a evitar la aparición de folículos pilosos tapados por la suciedad.