El ciclo de las células de la piel

La piel cuenta con su propio ciclo de renovación de células. Éstas se regeneran en la capa más profunda de la piel y reemplazan las células viejas.

En el caso de una piel joven y sana, las nuevas células tardan unos 28 días en sustituir a las células viejas. Sin embargo, en el caso de pieles envejecidas, las células necesitan más tiempo para ser sustituidas generando mayor número de células muertas.

El tiempo de renovación de las células también puede verses afectado por la sobreexposición solar, el estrés, la nutrición y la higiene del sueño.

Problemas en la piel tras el verano

El principal problema de la piel tras el verano, es la deshidratación. El calor, el sol, la sal y el cloro provocan que la piel se reseque y pierda humedad, favoreciendo la aparición de arrugas y líneas de expresión.

Además, la misma incidencia solar provoca también envejecimiento prematuro y oxidación de la piel. Lo que provoca, que la regeneración de células sea más lenta.

Protección de la piel

Al pasar el verano es muy habitual esconder la crema solar en el cajón hasta el próximo año. Éste es un error muy común, pero, aunque el verano haya pasado, los rayos solares continúan incidiendo en nuestra piel, por lo que debemos continuar protegiendo nuestra piel de forma diaria.

De esta manera evitarnos el envejecimiento prematuro de la piel, el retraso en la generación de nuevas células y muchas otras consecuencias negativas de la exposición solar sin protección.

Por ello, es muy importante incluir el protector solar en nuestras rutinas de belleza diarias. Utilizar una crema hidratante o base de maquillaje con FPS es la forma más sencilla de continuar protegiendo tu piel después del verano.

Antioxidantes, en la renovación de la piel

Los antioxidantes son moléculas que se encargan de prevenir o ralentizar la oxidación de otras moléculas. En el caso de nuestro organismo, los antioxidantes se encargan de combatir los agentes nocivos para nuestra piel como los radicales libres.

Los radicales libres son otro tipo de molécula que afectan y oxidan el resto de moléculas de nuestro cuerpo.

De forma natural, nuestro organismo es capaz de generar antioxidantes y combatir los radicales libres, pero el problema aparece cuando la generación de radicales libres es superior a la de antioxidantes.

Factores como la sobreexposición solar, la alimentación o el tabaquismo, aumentan la aparición de radicales libres limitando la capacidad de defensa de nuestro cuerpo.

Es por ello que resulta extremadamente importante mantener hábitos saludables e ingerir alimentos ricos en antioxidantes como: el brócoli, los arándanos, las fresas, los frutos secos, el tomate o el ajo.

Además puedes aportar antioxidantes mediante el uso de determinados productos cosméticos.

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